¿De qué hablamos cuando hablamos de “barrio”?
El barrio al cual se pertenece es una construcción imaginaria, simbólica, emocional: es, fundamentalmente un artefacto cultural. [1]
Es un plano, límites, instituciones, pero es sobre todo aquello que nos une, la cuadra, los comercios en los cuales compramos, la plaza, la escuela, el camino que se recorre para ir a trabajar. Por eso encontramos que lo que es “el barrio” para un vecino a lo mejor no coincide con la visión que tiene otro vecino. A su vez estos límites, como también sus centralidades, fueron cambiando con el tiempo a lo largo de los últimos ochenta o cien años
Porque en una ciudad plana, sin obstáculos topográficos (un río, una colina, etc.) es difícil pensar que “el vecino de enfrente” pertenece a “otro barrio” Pongamos un ejemplo cualquiera: una persona que vive sobre Segurola, de Juan A. García hacia la estación Floresta, después de Monte Castro, ¿puede pensar que si está parado en la vereda impar está en Floresta pero si se encuentra sobre la par, está en Vélez Sarsfield? Es difícil. Las únicas “vallas” topográficas son los ferrocarriles, sin embargo sus rieles no separaron barrios.
La misma existencia de la “grilla”, esas líneas rectas que se cruzaban sobre un espacio casi ilimitado, propia de las ciudades hispánicas de llanura y la imposibilidad de la generación de espacios “cerrados” comprensibles como unidad en sí misma (el barrio al estilo parisino, o árabe) hace que solo pueda entenderse como un espacio simbólico y no estructural. Necesitó, como veremos más adelante, de la existencia de una mitología asumida por grupos de vecinos para que se conformara como una entidad en sí misma, con las diferencias y contradicciones que esto involucra.
La mayoría de los historiadores opinan que “el barrio”, como se concibe actualmente, apareció en los alrededores de 1930. Significa que aparece una “cultura barrial” , en el tango, en el futbol y luego en el rock nacional (nótese que estamos nombrando expresiones culturales). Antes de esa fecha se hablaba de “pueblos” (Belgrano, Flores, que también fueron municipios), se hablaba de “parroquias”, de “ villas”. Algunas personas –en general los pertenecientes a la Unión Cívica Radical- continuaron hasta fines del siglo XX con el uso del término “parroquia” aplicado a barrios o circunscripciones electorales.
En 1968 una Ordenanza Municipal determinó límites de barrios. Sus nombres a veces, no respetaron los tradicionales (Once, El Abasto. Tribunales. Barrio Norte, Barrio Varela, Congreso, entre otros). En 1972 se refrendó y pulió la Ordenanza anterior. Décadas más tarde se creó Puerto Madero y volvió a aparecer Parque Chas, que si había sido contemplado en 1968. Son todas Ordenanzas “de facto” surgidas en dictaduras militares, sin discusión parlamentaria.
La Ley de Comunas terminó por oficializar los barrios existentes. Porque las comunas son un agregado de barrios teniendo en cuenta una cantidad determinada de población. Los barrios muy grandes o muy poblados forman una sola comuna, como Palermo y Caballito.
Al formarse las comunas como agregado de barrios, se oficializó nuevamente “el barrio” con los límites y fronteras establecidos en 1968 y 1972. Y los nuevos documentos de identidad especifican en que barrio está ubicado el domicilio de cada persona. Y los barrios ahora tienen su día, su emblema, y la propaganda oficial hace un culto de “el barrio” y “del vecino”
¿Desaparecerá el barrio con las comunas? No lo sabemos, pero lo real es que barrios sin reconocimiento oficial siguen vigentes para el porteño. No se necesita de una guía para saber donde está Once, Las Cañitas, Barrio Norte, la Villa 31, Ciudad Oculta, aunque ninguna ley especifique sus límites.
Los nombres de los barrios pueden tener varios orígenes:
- Hacer referencia a un propietario de tierras: Devoto, Soldati, Ortúzar, Palermo, y en el caso que nos ocupa, Castro. El agregado de “Monte”, tiene que ver con la presencia de forestación y no de una elevación de terreno tipo colina o similar. Y en la pampa húmeda los montes no existen naturalmente, las arboledas son plantadas por el hombre. En este caso rodeaba unas construcciones de una importante posta perteneciente a una chacra en el camino hacia Luján, camino alternativo al Camino Real, actual Rivadavia. La casa principal estaba ubicada en lo que hoy es la calle San Blas, entre Virgilio y Moliere.
- Otras denominaciones se pueden deber a una parroquia o templo religioso: Balvanera, San Telmo, Pompeya.
En el siglo XVIII se llamaba Monte Castro a una extensa área que se extendía de Bermúdez hacia el oeste, entre el arroyo Maldonado ó César Díaz y José Pedro Varela y tomaba parte de los actuales barrios de Villa Devoto, Villa Real, Versalles, Villa Luro, Vélez Sarsfield y Monte Castro y seguía en tierras que hoy pertenecen al Municipio de Tres de Febrero en la Pcia de Buenos Aires. El casco de la chacra se encontraba en la actual San Blas, entre Virgilio y Moliere.
Cómo tienen su origen los barrios suburbanos (entendido como suburbano lo que existe fuera de su casco histórico)
Un cruce de caminos o un camino importante, una posta/pulpería, la inauguración de una estación ferroviaria, la expansión de las líneas de tranvías. Diversos historiadores hacen hincapié en una u otra circunstancia. Lo que nosotros podemos afirmar que el lento crecimiento de nuestra zona tiene que ver con la falta de medios de transporte, como por ejemplo, el tranvía. Pero en las primeras décadas del siglo XX se careció de medios de transporte transversales, que uniera “pueblos”, como también de calles empedradas transversales. Fueron luego las líneas de colectivos los que vincularon y promovieron el crecimiento de los barrios.
1.1.- ORIGEN DEL NOMBRE: UNA CHACRA EN LOS PAGOS DE LA MATANZA.
No podemos internarnos en la historia del origen del barrio de Monte Castro sin dejar de recurrir al historiador Arnaldo J. Cunietti-Ferrando quien, en su libro “Monte Castro, de la chacra al barrio”, ha permitido conocerla con exhaustividad, como así también establecer sus límites y ubicación de su casco. [2]
Más recientemente, el Arq. Alejandro Maddonni ha enriquecido con nuevas investigaciones el conocimiento de la chacra, especialmente en el periodo de la familia Córdoba y ha incorporado sus aportes al Mapa de Arqueología Urbana del Centro de Arqueología Urbana del Instituto de Arte Americano e Investigaciones Estéticas “Mario Buschiazzo” [3]
Cunietti-Ferrando analiza la propiedad de estas tierras a partir de las mercedes otorgadas por Juan de Garay. A nosotros nos interesa el momento en el cual Don Pedro Fernández de Castro compra una chacra a Diego de Giles, el 14 de mayo de 1703 dado que, con el transcurso del tiempo, se conocería la zona como “Monte de Castro”
Es de destacar que por esa época el paraje era un gran monte de espinillos y talas dedicado fundamentalmente a la cría de ovejas, señalado como perteneciente a los pagos de La Matanza. (La denominación de “pago” se debe a la existencia de aisladas estancias, postas o pulperías, sin significativos núcleos de población).
No eran tierras de gran valor. Recordemos que la principal vía de comunicación era la marítima, en consecuencia las más cotizadas tenían por frente el Río de la Plata, el Riachuelo de los Navíos o el Río de las Conchas, conocido hoy como río Reconquista.
Detengámonos un momento en la persona que dio origen a nuestra toponimia: Don Pedro Fernández de Castro: En una pobre aldea como era Buenos Aires por aquella época, Don Pedro Fernández de Castro era una persona que sobresalía por su alcunia. No sería alocado pensar que tal vez esa fue la razón de la conservación de su apellido en una zona que tal vez tuviera más motivos para llamarse "montes de Córdova" o "de Zavala". Era Caballero de la Orden de Santiago, y ocupó cargos de importancia en la ciudad de Buenos Aires, pues fue Alcalde de Primer Voto, Alférez Real, Tesorero y Juez de la Real Hacienda. Su vivienda, edificada a fines del siglo XVII, estaba situada frente a la Plaza Mayor, hoy Plaza de Mayo en la esquina de Rivadavia y Reconquista (esquina NO). [4]
Se había casado con la hija de un importante y rico vecino, Jacinto Ladrón de Guevara, en 1682, con la que tuvo una sola hija: Ana Francisca. En 1690 fue nombrado Procurador ante la corte.
Don Pedro muere poco más de dos meses después de la compra. Sus descendientes conservan la propiedad durante la mayor parte del siglo XVIII, originando que las tierras que abarcaba la chacra y que hoy forman parte del los barrios Monte Castro, Liniers, Villa Luro, Versalles, Villa Real, adentrándose en el Municipio de Tres de Febrero comenzarán a denominarse el “Monte de Castro”. Por cierto que era habitual que algunos lugares tomaran el nombre de sus propietarios. Tienen otros cuando el poder político le impone denominaciones honoríficas, erigiéndolos en lugares de memoria estatal, pero los nombres tradicionales generalmente corresponden a la topografía, a edificios o a propietarios tradicionales.
Incluso el arroyo Maldonado, cuyo nombre es también antiguo, lo encontramos en algunos documentos como “cañada de Castro”, por ser uno de los límites del predio. Cuando Don Fernández de Castro compra la chacra a los Rodríguez de Estela el arroyo es mencionado como “la cañada que ba(sic) a desembocar al Río de la Plata en el pago de la Matanza”.
También el “Camino a los Reinos de Arriba”, que no era como a veces se supone el Camino Real (hoy Rivadavia), porque éste no pasaba más allá del ejido de la Ciudad se llamó Camino al Monte de Castro. Luego se afianzó su conocimiento como Camino de Gaona o Gauna por atravesar las tierras de un propietario con ese nombre en lo que hoy es el barrio de Caballito.
Pleitos y litigios tiene la historia de la propiedad de las tierras. Recordemos la precariedad de los títulos, lo difícil de definir los deslindes y el agravante de que las tierras de “las temporalidades”, que habían pertenecido a los padres jesuitas y conocidas como “chacaritas de los colegiales”, eran propiedad real luego de la expulsión de la Orden de los Jesuitas ocurrida en 1767. Parte de lo que actualmente es el barrio de Monte Castro se encuentra sobre las tierras de la “chacrita”: , es el sector al este de Segurola y al norte de Avda. Jonte.
Las chacras solían tener algunos pocos arrendatarios y seguramente el monte de durazneros silvestres fue explotado para conseguir leña. Ya en esa época la llanura tenía árboles más importantes, como ombúes o sauces utilizados para dar sombra.
La explotación de la leña fue importante para el abastecimiento de la ciudad, el viajero Concolorcorvo, cuando recuerda a la ciudad de Buenos Aires en el siglo XVIII expresa: “no hay hombre de medianas conveniencias que no tenga su quinta con variedad de frutas, verduras y flores, que promovieron algunos hortelanos europeos, con el principal fin de crear bosques de duraznos, que sirven para leña, de que carecía en extremo la ciudad, sirviéndose por lo común de cardos, de que abunda la campaña, con notable fastidio de cocineros que toleraban su mucho humo”. En efecto, tener leña de durazneros era un lujo, lo más común era el cardo y la bosta para hacer fuego.
El casco de la Ciudad, el ejido y los pagos. (Revista Nuestra Arquitectura. Nro. 5. Dic. 1929)
En 1776 se produce un hecho fundamental. Hasta ese año la Gobernación de Buenos Aires formaba parte del Virreinato del Perú, a partir de esa fecha se crea el Virreinato del Río de la Plata. Mediante el comercio, tanto el legal como el contrabando, la ciudad empezaría a crecer, logrando autonomía de los núcleos más importantes del interior.
La familia Córdova en la Chacra.
Volviendo al valioso aporte de Cunietti-Ferrando, encontramos que el 24 de marzo de 1781 compra la chacra de los Castro, Juan Pedro de Córdova, casado con Doña Rosa Zamudio. Hasta la muerte de este nuevo propietario, acaecida en 1820, Monte Castro sería testigo de importantes acontecimientos históricos.
Juan Pedro de Córdova explota estas tierras, teniendo incluso exclusividad en la venta de ciertos productos, como por ejemplo, el tabaco, con lo cual recibe el título de “estanquero del Monte de Castro”. En el Censo de 1815 realizado por el Municipio de San José de Flores, señala Cunetti Ferrando que la casa principal era una importante construcción, ubicada en la actual calle San Blas entre Moliere y Virgilio, situada en terreno alto, rodeada de árboles, contando también con una capilla, un granero y una pulpería. Es importante señalar, debido a la escasa difusión del libro de Cunietti, como describe la casa del matrimonio Córdova:
“las casas importantes estaban ubicadas a inmediaciones de la actual calle San Blas, entre Moliére y Virgilio y eran importantes construcciones hechas al estilo de la época, es decir con gruesas paredes, techos de tejas y galerías de tirantes de palma. Contaba la casa con una sala principal y siete piezas interiores con cinco ventanas de rejas forjadas de hierro, un corredor que daba al patio donde salían otros cinco cuartos, una cocina con corredor y una puerta con su zaguán y altillo. Estos edificios estaban construidos en un terreno alto rodeado de árboles, resaltando especialmente los cinco ombúes y los talas y espinillos que rodeaban la casa. El conjunto se completaba con una capilla, un granero y la pulpería. Más allá elevaba su figura un palomar y en el patio, a la sombra de nueve higueras, dos pozos de balde y un horno. La pulpería, concurrida por todo el paisanaje de la zona, era una simple sala y su trastienda con una sola ventana de reja, atendida por el español Don Cosme Palacios, quien en 1815 contaba 35 años de edad. El mostrador era de reja de madera y rodeaban al edificio numerosos postes de ñandubays. En otro de los cuerpos de la casa se encontraba la capilla, objeto especial del cuidado de la familia de Córdoba. Había sido erigida a mediados del siglo XVIII por Don Juan Bautista de Herrera y constaba de una habitación grande y un cuarto pequeño que servía de sacristía con un corredor y campana. Este oratorio tenía una sola puerta que se cerraba con llave los días de semana y una ventana con su correspondiente reja midiendo seis metros de largo por tres de ancho. Contaba con un confesionario de madera y una baranda que separaba el resto de la habitación de un antiguo retablo con frontal de madera dorada, dos cuadros grandes de Nuestra Señora de los Dolores y de San Juana, dos cuadros chicos y seis esfinges de santos. En una alacena se guardaban un par de candelabros, un misal y un cáliz de plata con su patena y cucharita, además de los ornamentos y el alba del capellán. No poseía bancos, pero se había cuidado de alfombrarla en su casi totalidad”.[5]
Don Pedro de Córdova había contratado al presbítero Manuel Cuitiño para realizar oficios religiosos dominicales.
Nos estamos refiriendo a un censo del Municipio de Flores porque fue a principios de ese siglo cuando se constituye, primero el Curato de Flores (1806) y poco después el partido que cubriría esa gran extensión de lo que se denominaban “pagos de la matanza” y que luego integraron el Distrito Federal.
Sucesos importantes que tuvieron lugar en este paraje. Es que la chacra se extendía muy cercana al camino de Gaona y este se había constituido en una ruta importante a partir de que en 1771 el Cabildo de Buenos Aires autorizara a Pedro Márquez ha construir un puente muy sólido para cruzar con facilidad el río de las Conchas. Paralelo al Camino Real, terminaba por unirse a este luego de la actual ciudad de General Rodríguez. [6]
El Arquitecto Alejandro Maddonni ha puesto la mirda sobre las vinculaciones familiares y económicas que dieron relevancia y una posición próspera en esta época a la chacra y su propietario, circunstancia que a veces no son tenidas en cuenta en los análisis históricos de la historiografía local y que invitan a transcribir algunos párrafos: [7]
“A través de más de 4 siglos de existencia la fracción de campo fue demostrando su capacidad productiva tanto para la cría de animales como para la explotación de leña muy requerida en la ciudad para calefacción y cocción de alimentos. Se sabe que el precio del pan sufría periódicamente fuertes variaciones de acuerdo con la mayor o menor disponibilidad de madera que alimentara los hornos. Según estudios de los censos de población levantados en esa parte de la campaña conocida como el pago de “La Matanza”, para fines del siglo XVIII la chacra era propiedad de un rico español de nombre Juan Pedro Córdova (2) encontrándose entre las primeras de su clase. La altura de buena parte de sus tierras las mantenía a salvo de las crecidas del Maldonado, a la vez que poseía como pocos lugares de la planicie circundante un espeso monte de durazneros. Además de las riquezas naturales el lugar representaba un enclave cercano a uno de los principales caminos de entrada y salida de la ciudad a través del cual se podían alcanzar lugares como Córdoba y Tucumán.
Su incipiente importancia estratégica le sirvió para ubicar allí una pulpería que ya en la primera década de 1800 se había transformado en Estanco de Tabacos, categoría solo permitida a algunos establecimientos con estrictos controles estatales como los que a su vez regían el juego de naipes. Estas características distinguieron aquellos terrenos que desde épocas tempranas estuvieron administrados por familias de importante posición social, a pesar de que la historia conocida los menciona como simples arrendatarios rurales sin hacer mención de su pertenencia a importantes redes de parentesco que brindaban buenas oportunidades para los negocios”.
Maddonni y Cancellieri, en la misma publicación, realizan una reconstrucción digital en base a una fotogafía de 1911, publicada en el diario La Prensa, en momentos en que los terrenos que la comprendían comenzaban a ser rematados. Esta oferta es mencionada como la venta de “la casa del Virrey”, esta mención y la de algunos historiadores no profesionales, llevaron a crear la fábula posterior que llevó al insólito resultado que un barrio de Buenos Aires tomara el nombre de “Villa Real”, como podría darse en un país monárquico o de antecedentes monárquicos como Francia.
Figura 4: Reconstrucción digital. (Maddonni-Cancelliere, 2008).
Figura 5: Reconstrucción digital. (Maddonni-Cancelliere, 2008).
Lo que si fue cierto: la estadía del Virrey Sobremonte en su huída hacia Còrdoba en la Chacra, que era a su vez una posta de descanso importante después de salir de la ciudad de Buenos Aires.
El 2 de abril de 1805 se reciben noticias en Buenos Aires del estado de guerra entre Gran Bretaña y España. Se conoce, luego de unos días, que una escuadra inglesa merodea por las costas de Brasil y luego las de La Banda Oriental del Uruguay. No hay grandes aprestos de resguardo, porque tampoco hay medios suficientes para resguardarse.
No toma el virrey Sobremonte las medidas necesarias, ni siquiera la “internación de los caudales”. Confía en que atacarán primero Montevideo, dado que es imposible para una escuadra acercarse a Buenos Aires, salvo con marea muy alta. Pero el 18 de junio ya son avistados desde nuestras costas. El 24 están frente a Quilmes, donde desembarcarán al día siguiente. Nada los detiene, esto lo observa el Virrey desde la fortaleza (que no lo es tanto, solo un amontonamiento de tierra) con su catalejo. Previamente hay una escaramuza en Quilmes, el virrey se dirige al Puente de Gálvez (actual Puente Pueyrredón), que permitía cruzar el Riachuelo y observa la batalla desigual. Vuelve a la fortaleza pero no para encabezar la resistencia sino para aprestar un carruaje con su correspondiente escolta, en el cual huirían su esposa, hijas y futuro yerno hacia la quinta de Monte Castro donde él se juntaría más tarde a esa comitiva cuyo destino era Córdoba.
El camino era tomar dentro del ejido de la ciudad (que llegaba aproximadamente hasta lo que es hoy Callao) por la actual Rivadavia y más adelante seguir por el Camino de Gaona, así se llegaba a Monte Castro (por eso Gaona en algunas épocas se llamó también Camino Monte Castro) siguiendo al norte era posible atravesar el Río de las Conchas (actual Reconquista) y cruzarlo por el Puente de Márquez, que era de sólida construcción. Así se llegaba a Luján en tiempos en que el Camino Real (después Rivadavia o Ruta 7) no estaba en condiciones. Pasado Luján ambos caminos confluían. [8]
Un carro con los caudales partiría también y éstos quedarían a resguardo en Luján. Es así como hacen noche en Monte Castro en medio de una fuerte tormenta. Según José María Rosa, en un momento el virrey expresa que puede hacerse fuerte en la chacra, por ser ésta una sólida construcción de ladrillos, añadiéndole cañones y con el apoyo de las tropas estacionadas en Montevideo, que puedan ofrecer resistencia. [9]
Lo real es que no sólo no hay tropas sino que hasta la escolta se dispersa por el monte, la familia virreinal sigue su curso hacia el norte al amainar la tormenta.
Mientras tanto los funcionarios que quedaron en sus puestos no tienen ni idea de cómo redactar una capitulación. De todos modos tendría que firmarla el Virrey y ellos juzgan ya muy peligroso ir al Monte Castro y toparse con los ingleses que aún no habían entrado a la ciudad.
Pero a los ingleses no les preocupa lo formal sino obtener los caudales. Nuevamente se estima que ir a buscarlos al Monte Castro es arriesgado. Finalmente es el mismo Sobremonte el que envía la información de que éstos están en Luján y hacia allí van los ingleses a buscarlos. Lo demás es conocido, cuando llegan éstos a Londres, junto con banderas españolas son exhibidos en las calles con gran fiesta y regocijo. Los caudales eran el testimonio del triunfo de Gran Bretaña sobre España.
La Revolución de Mayo y la formación del Ejército Patrio.
Producidos los hechos del 25 de mayo de 1810, la Junta comienza a producir medidas que dan la pauta de que lo sucedido llevaba implícito necesariamente romper en nexo con España. Entre esas resoluciones está la de crear un ejército, y esto tiene que ver con Monte Castro.
Repasemos las primeras medidas: Proclama del 26 de mayo de 1810. Se informa a todos los habitantes del Virreinato de Río de la Plata la constitución de la Primera Junta; 27/05/1810, Circular con destino a las provincias informando de los hechos ocurridos. Se solicita el envío de diputados (se aclara que éstos serán incorporados a la Junta a medida que lleguen a Buenos Aires). Otro anuncio es que se formará una expedición de 500 hombres que partirá hacia el interior; 28/08/1810, Se cursan notas de carácter secreto, explicando los motivos legales de la creación de la Junta destacando el poder popular que la sostiene, a: José F. de Abascal (virrey del Perú); Brig. Francisco García Carrasco (presidente de Chile); José M. de Goyeneche (presidente interino de Cuzco); embajadores de España y Gran Bretaña en Río de Janeiro; y otras personalidades. Se establece el Reglamento de funcionamiento de la Junta; 29/05/1810. Se produce lo que ha quedado en la historia como la “Creación del Ejército Argentino” a través de un decreto de la Junta y la emisión de una Proclama. Se procede a la reestructuración de las fuerzas virreinales leales, los batallones se transforman en regimientos. Estas medidas llevaron a que el 29 de mayo fuera considerado el “Día del Ejército”. Este comienza a organizarse en Monte Castro. Paralelamente se conoce el desconocimiento a la Primera Junta por parte de la Provincia de Córdoba, donde están Gutiérrez de la Concha, su gobernador y Santiago de Liniers. Debido a esto el Comandante General del Ejército Auxiliador, Ortiz de Ocampo recibe instrucciones secretas a fin de proceder a sofocar el alzamiento.
El Ejército comienza a conformarse y recibir instrucción en Monte Castro: las tropas que dejan de ser “milicias” (las formadas por los sucesos de las invasiones inglesas) para transformarse en cuerpos veteranos. La oficialidad se formó con voluntarios entre los que habían sido oficiales de estas milicias. El grueso de las tropas se conformó con “vagos” reclutados por jefes de milicias o alcaldes de barrios y esclavos donados por sus dueños, que así evitaban ir ellos a la guerra. En cuanto a las armas, además de las existentes, se resolvió la expropiación de toda clase de ellas en poder de la población, dado que ésta en principio mostraba renuencia a entregarlas. Su jefe sería el Coronel de Arribeños Ortiz de Ocampo. Su segundo fue el Cnel. de Blandengues Antonio González Balcarce y el Comisionado de la Junta -con atribuciones estratégicas y políticas- Hipólito Vieytes. Sería Auditor de Guerra Feliciano Chiclana, que se incorporó más tarde.
“El 9 de julio parte rumbo a Córdoba la expedición, integrada con 1.150 hombres de artillería, infantería, dragones y blandengues. Lo hace desde Monte Castro, un punto situado a tres leguas al oeste de la Capital” [10]
"Revista en Monte Castro" acuarela de Francisco Fortuny. Museo Histórico Nacional.Foto: Darío Calderón
El 7 de junio de 1810, la Primera Junta, pasó revista a las tropas estacionadas en Monte Castro. Una placa, colocada en la Escuela “Monte Castro” recuerda al Ejército del Norte con la siguiente leyenda: “El 9 de julio de 1810 partió de Monte Castro el primer ejército libertador argentino, que combatiendo diez años por la independencia, preparó con estupenda abnegación la hora final de Ayacucho”
Se recuerda también el paso del Gral. San Martín, acompañado por el Tte. Cnel. Toribio Luzuriaga. Se dice también (en "El Monitor de la Educación Común" Nro. 759. Cap. Reseñas Históricas de las Escuelas de la Capital) que en Monte Castro, los miembros del Congreso del Año 13 despidieron allí a San Martín, cuando se hace cargo del Ejército luego de las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma "y que en esos predios los libertos del 7mo Regimiento de Infantería que acompañaban a San Martín bailaron, como despedida, al compás de las charangas"
Otros acontecimientos militares menores -que abarcaron toda la zona del Oeste del Municipio de Flores- tuvieron lugar a lo largo de las décadas que signaron nuestras guerras civiles. En 1815 se produjo el alzamiento contra el Director Supremo Carlos María de Alvear. El ultimátum del Cnel. Zapiola, con sus granaderos es lanzado desde Monte Castro. En 1823 Gregorio Tagle, rebelado contra Rivadavia establece su campamento en Monte Castro. La zona fue famosa en esa época por una epidemia de viruela producida por el abandono del lugar, producto también que en 1820 había fallecido Don Pedro de Córdova, quedando sólo una hija como descendiente pero residiendo en Buenos Aires. En 1833 acampa en el lugar un ejército de campaña al mando del Cnel. Izquierdo en apoyo a la “Revolución de los Restauradores”. Para más datos, se puede consultar la obra de Cunietti-Ferrando
Plano de Villa de 1826. En este plano aparece delimitada la chacra en tiempos de la Flia. Córdova. [11]
La chacra de Zavala.
Doña Mercedes de Córdova fragmenta la chacra mediante ventas, arrendamientos y donaciones a la Casa de Ejercicios Espirituales. Muere en 1831. Dos años más tarde Vicente Zavala empieza a comprar tierras por la zona. Por esos años ya se habían sumado muchos pleitos, dado la precariedad de los títulos de propiedad y los mojones imprecisos.
Los deslindes van perdiendo continuidad, pero Vicente Zavala, Juez de Paz del Municipio de San José de Flores acumula una buena cantidad de tierras, a pesar que los vivaqueos de los distintos alzamientos de nuestros conflictos internos no dejan de perjudicarlo. Como ejemplo, el sitio a Buenos Aires llevado a cabo por Hilario Lagos en 1853 se establece en el lugar, los vecinos barrios de “la Floresta” o la quinta de los Olivera, no le seguían en desventaja en cuanto a depredaciones causadas por las escaramuzas de nuestras guerras civiles.
El Juez Zavala -quien vivía en el cercano pueblo de Flores (actuales Varela y Ramón Falcón), edifica otra casa, en las cercanías del primitivo casco. La ubicación de la misma es sobre la calle que es hoy Elpidio González, entre Virgilio y Moliére. Esta casa es demolida a principios del siglo XX, o sea cuarenta años antes que la "histórica" que se encontraba en la actual San Blas, entre Virgilio y Moliére.
La chacra de Monte Castro, por aquella época, mucho más chica que la primitiva de fines del siglo XVIII, se extendía entre las actuales calles de Bermúdez, José P. Varela, Lope de Vega, Baigorria, Irigoyen y una línea cercana al antiguo cauce del Maldonado.
De la época de la capitalización de la Buenos Aires datan varios mapas, incluso los que ya delimitan lo que luego será la avenida de circunvalación futura (Avda. Gral. Paz), las tierras de Zavala son fácilmente identificables ya que producen un “vacío” de trama urbana. El Juez muere en 1881 y su viuda, sin herederos directos, en 1892.
Plano del Ing. Pablo Blot y L.Silveira. Año 1888 – He señalizada la chacra de Vicente Zavala con un círculo
Me interesa incorporar un plano elaborado por Arnaldo Cunietti-Ferrando [12] debido a su planteo sobre un “corrimiento del barrio” hacia el Este, o sea, más allá de la línea de la actual Bermúdez, no teniendo en cuenta que las nociones sobre cual son los límites de los vecindarios o de los barrios cambian con el tiempo, por lo cual creo necesario hacer varias aclaraciones que son las que se vuelcan al pie del plano, que tiene la ventaja de trazar las líneas imaginarias de las actuales calles.
Aclaraciones:
- Aquí puede verse cómo en la antigua chacra estaban contenidos varios de los actuales barrios del oeste de la Ciudad de Buenos Aires.
- Las tierras que fueron cedidas al municipio de San Martín hoy pertenecen al municipio de Tres de Febrero.
- El barrio de Monte Castro abarca sólo una parte de la antigua chacra, y se extiende sobre la de Campana y las tierras expropiadas a los jesuitas.
- El círculo que dice "ubicación errónea del Monte Castro" es la ubicación de la Escuela Monte Castro. O sea, también existe un error en Cunietti - Ferrando, porque el nombre de la escuela es su patrono y no la señalización de un lugar.
- En los límites de la chacra de Campana está la Avda Segurola, que hasta 1904 formalmente, y mucho más tarde en la realidad de los vecinos y en los documentos públicos y privados, se llamaba "Camino a Monte Castro". Es esta vía de comunicación la que señalizó al barrio y mantuvo su nombre. La escuela sólo estaba a 200 metros más al oeste que el Camino a Monte Castro.
Plano elaborado por Arnaldo Cunietti- Ferrando
En 1871 Zavala arrienda la chacra de Monte Castro a Bartolomé Sguerzo, quintero italiano radicado desde hacía pocos años en el Partido de Flores.
En este breve repaso no puede dejarse de señalar que dentro de los “montes de Castro” existió una famosa pulpería- almacén “La figura”, ubicada en las cercanías de las hoy concurridas avenidas Lope de Vega y Beiró. Por el Camino de Gaona, pero rumbo hacia el Puente de Márquez existió otra pulpería con el mismo nombre. Esto ha determinado algunas controversias historiográficas.
En 1897 se realiza la medición y el deslinde de las tierras y la chacra comienza a ser subastada hacia fines de siglo. Demás está decir que estos “Montes de Castro” eran sólo una pequeña porción de los originarios.
El territorio hacia fines del siglo XIX
Ubicarse en el Monte Castro de la década de los 80 del siglo XIX es todavía entender un territorio dominado por chacras y quintas dedicadas a la producción agrícola, especialmente forrajera, leche y hortícola para consumo interno de Buenos Aires que bien describieron Garavaglia[13] y Ciliberto[14]. Y muy especialmente esta última historiadora, que se ha ocupado del municipio de San José de Flores. El rezago en el poblamiento del lugar, no atravesado por medios de comunicación como el ferrocarril o el tranvía, hace que persista por décadas esta función productiva del lugar, que tampoco es visto como atractivo para “quintas de recreo”. Pequeños productores las trabajan, algunos de ellos son “pobladores ocupantes” sin título legal o arrendatarios.
Ciliberto analiza cómo San José de Flores se va transformando hacia finales del siglo en un arrabal de Buenos Aires. Con un gran dinamismo económico no acorde con una población aún escasa. Algunos bonaerenses, otros migrantes de provincias, otros inmigrantes transoceánicos. Sin dejar de mencionar a la población negra o mulata (parda) resultado de la utilización de mano de obra esclava en décadas anteriores.
Otros historiadores han puesto su mira en la delimitación de las grandes propiedades y su venta, como Miranda[15], Prignano[16] y Cunietti-Ferrando[17] (chacras de Quirno, de Campana, entre otras), proporcionándonos los nombres de sus dueños y las dificultades legales existentes en los títulos y sucesiones, dificultades que hicieron –en algunos casos- persistir los grandes baldíos en el antiguo Monte Castro y Floresta que agregaron a la producción agrícola la ladrillera.
Está muy estudiado el papel de los medios de comunicación en la descentralización urbana de Buenos Aires. Muy favorecidos estuvieron aquellos barrios a los cuales tempranamente llegó el ferrocarril, aunque los boletos no fueran muy accesibles. Más tarde el tranvía completó la accesibidad, pero en forma radial, hacia el Centro, hacia el puerto[18]. Pero esto se analizará en el próximo capítulo.
1.2.- LA TOPOGRAFÍA. “Vivir en un lugar alto”.
Buenos Aires parece llana, pero no es así. Tiene diferencias en altura, aunque estás no sean pronunciadas y numerosos arroyos. No son verdaderos arroyos en el sentido de afloramientos de cauces de agua, son pluviales: escurrimientos ocasionados por las lluvias. Buenos Aires se expandió sumando tierras al Río de la Plata, rectificó el Río Matanzas (Riachuelo) y el arroyo Maldonado, rellenando con basura y tierra sus “valles de inundación”.
En las numerosas entrevistas que he realizado entre 1998 y 2000, a la pregunta de por qué se eligió Monte Castro para vivir, surgía siempre: “mis padres lo eligieron porque era un lugar alto”. Supongo que por eso albergó instituciones como el Instituto de Frenopatía Open Door o un Preventorio para hijos de tuberculosos, en una época en la cual se confiaba en que el “aire puro”, el sol y los lugares altos eran paliativos de enfermedades. Efectivamente, Monte Castro es un lugar alto y así se mostrará a través de los planos de cota de nivel elaborados por el Ing. Eduardo R. Hernández, sobre Plano de la Guía Peuser del año 1957.
Adjunto el mismo plano en mayor tamaño de la zona oeste. Sobre el plano publicado por la Guía Peuser de 1957, el Ingeniero Eduardo Hernández ha indicado los distintos niveles originales de altitud (o elevación sobre el Río de la Plata) de la Ciudad de Buenos Aires. Ciudad que muy lejos de ser una planicie, tuvo importantes zonas de inundación hasta la rectificación del Riachuelo. La ventaja de siguiente plano es que ubica las localidades vigentes desde fines del siglo XIX hasta 1968/1972 que por Ordenanza se delimitaron los barrios vigentes hasta hoy, salvo el agregado posterior de Parque Chas y Puerto Madero.
Monte Castro está entre las zonas más altas de la Ciudad, con su pico en las avenidas Segurola y Jonte (36 metros), seguida por Villa Devoto, con su pico de 38 metros sobre el nivel del Río de la Plata en la esquina de la Avda Beiró y Chivilcoy, lugar en el cual se emplazó el edificio de Obras Sanitarias de la Nación (actual AySA)
En el plano están indicados los distintos niveles originales del oeste de la Ciudad de Buenos Aires. Dichos niveles están referidos a la cota cero adoptada en el año 1898, que fue el nivel del Riachuelo en su desembocadura.
En el plano los niveles varían de forma creciente de 5 en 5 metros, según los diferentes colores: verde, de 16 a 20 metros; amarillo claro, de 20 a 25 metros; rosado, de 25 a 30 metros; rojo, de 30 a 35 metros; marrón, más de 35 metros, hasta un máximo para la ciudad de 38 metros.
Altitudes originales de la Zona Oeste, sobre Guía Peuser de 1957. Ing. Eduardo Hernández.
1.3.- El Maldonado.
Pero llegar desde Rivadavia a Monte Castro no era tan fácil. Existía un buen puente sobre la calle “Camino Monte Castro” o “Camino a Monte Castro”, vía pública que a partir del año 1904 pasó a llamarse Segurola.
Hasta su rectificación y canalización el arroyo fue un obstáculo importante para el desarrollo de Floresta, Vélez Sarsfield, Villa Luro y Monte Castro y un límite para la valorización de las propiedades.
Inofensivo, hasta que llueve, su escasa barranca originaba inundaciones como cualquier arroyo de llanura. Desde el Camino a Monte Castro al Oeste era puro bañado. Manuel Bilbao, en 1902, dice que al recorrer rumbo al oeste el Camino de Gaona, bordeando el arroyo Maldonado, "pasando la calle Segurola hasta Morón, existían pantanos tan extensos y profundos, en lo que se veían patos silvestres con sus crías al cruzar el camino por Monte Castro (…), Liniers y hasta llegar a Ramos Mejía” [19]
1895. O. Públicas, se ve claramente el puente sobre el “Camino a Monte Castro”
Desde principios del siglo XX se comenzó a rectificar, obviamente se comenzó por su desembocadura, aunque en 1910, por necesidades de ampliación de sus talleres en Liniers el FFOO lo desviaron hacia el norte, rectificándolo y limpiándolo.
En 1887, en el plano del Ing. Saint Yves, se registran cuatro puentes en el Partido de Flores. Para el barrio eran importantes el sólido puente existente a la altura de Segurola y el que existía en Lacarra.
Se comienza con el entubado en 1928. Recién en 1935 llega a Flores, El año anterior, la avenida formada por el entubamiento toma el nombre de Juan B. Justo. Llegar hasta Liniers le tomó muchos años. En 1937 lo tenemos a la altura de Segurola, es el año en el cual se demuele el Puente, En 1942 se construye el canal aliviador, por debajo de las calles Ruiz de los Llanos-Basualdo (en el borde oeste de Villa Luro) llevando parte de sus aguas al Cildáñez. La Segunda Guerra paraliza nuevamente las obras, concluyéndose -entubamiento y avenida- entre 1950 y 1953, o sea, llevó 25 años la realización de toda la obra.
[1] Gorelik, Adrián, La grilla y el parque. Espacio público y cultura urbana en Buenos Aires, 1887-1936, Cap. 3: “Del vecindario al barrio”, Bernal: Universidad Nacional de Quilmes, 2004.
[2] Cunietti-Ferrando, Arnaldo J. Monte Castro, de la chacra al barrio. Buenos Aires: Casa Pardo, 1970
[3] Maddonni, Alejandro. “La Chacra de Castro: aspectos históricos y arqueológicos” http://www.iaa.fadu.uba.ar/cau/?p=1295 y Maddonni, Alejandro: “Redes de amistad y parentesco en torno a la Chacra de Castro en el período 1781-1831”. http://www.iaa.fadu.uba.ar/cau/?p=8546
[4] Revista Buenos Aires nos cuenta, N° 15, Buenos Aires: octubre 1989.
[5] Cunietti-Ferrando, obra cit.
[6] Presas, Juan Antonio, “Problemas históricos referentes a los orígenes de la zona oeste de Buenos Aires”. En: VI Congreso Internacional de historia de América. Buenos Aires: Academia Nacional de la Historia, 1982.
[7] Maddonni, Alejandro y Damián Cancelliere, La Chacra de Castro. Introducción a la búsqueda de un casco en el corazón de la ciudad. Buenos Aires, Centro de Arqueología Urbana (FADU). UBA. 1913 http://www.iaa.fadu.uba.ar/cau/?p=41963
[8] Presas, Juan Antonio, “Problemas históricos referentes a los orígenes de la Zona Oeste de Buenos Aires”, en Academia Nacional de la Historia, VI Congreso Internacional de Historia de América, Tomo III, Buenos Aires, 1982.
[9] Rosa, José María, Historia Argentina, Tomo II, La Revolución, Buenos Aires, Oriente, 1976.
[10] Crónica Histórica Argentina. Buenos Aires, Codex, 1968
[11] Reproducida por , Cunietti-Ferrando, obra cit.
[12] Cunietti-Ferrando, obra cit.
[13] Garavaglia, Juan Carlos. Pastores y labradores de Buenos Aires. Una historia agraria de la campaña bonaerense 1700-1830. Buenos Aires, Ediciones de la Flor SRL, 1999.
[14] Ciliberto, Valeria. Aspectos sociodemográficos del crecimiento periurbano. San José de Flores (1815-1869). Mar del Plata, Universidad Nacional de Mar del Plata, 2004.
[15] Miranda, Arnaldo I A. Aportes para la historia de un barrio de Buenos Aires. Buenos Aires, Editorial Dunken, 2004.
[16] Prignano, Ángel G. y Arnaldo I. A. Miranda. La chacra de Quirno en los barrios de Flores y Floresta. Buenos Aires, Junta de Estudios Históricos de San José de Flores, 1998
[17] Cunietti- Ferrando, obra cit.
[18] Scobie, James R. Buenos Aires del centro a los barrios. Buenos Aires, Ediciones Solar SA, 1977
[19] Bilbao, Manuel, Tradiciones y recuerdos de Buenos Aires, Buenos Aires: Ediciones Dictio, 1981